Lección 53: Juan 19:28-42 - La muerte y el entierro
28 Después de esto, sabiendo Jesús que todo ya se había consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo*: «Tengo sed». 29 Había allí una vasija llena de vinagre. Colocaron, pues, una esponja empapada del vinagre en una rama de hisopo, y se la acercaron a la boca. 30 Entonces Jesús, cuando hubo tomado el vinagre, dijo: «¡Consumado es!». E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
31 Los judíos entonces, como era el día de preparación para la Pascua, a fin de que los cuerpos no se quedaran en la cruz el día de reposo, porque ese día de reposo era muy solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y se los llevaran. 32 Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero, y también las del otro que había sido crucificado con Jesús. 33 Cuando llegaron a Jesús, como vieron que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas; 34 pero uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, y al momento salió sangre y agua.
35 Y el que lo ha visto ha dado testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice la verdad, para que ustedes también crean. 36 Porque esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: «No será quebrado hueso Suyo». 37 Y también otra Escritura dice: «Mirarán a Aquel que traspasaron».
38 Después de estas cosas, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato concedió el permiso. Entonces José vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. 39 Y Nicodemo, el que antes había venido a Jesús de noche, vino también, trayendo una mezcla de mirra y áloe como de treinta y tres kilos. 40 Entonces tomaron el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en telas de lino con las especias aromáticas, como es costumbre sepultar entre los judíos.
41 En el lugar donde fue crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual todavía no habían sepultado a nadie. 42 Por tanto, por causa del día de la preparación de los judíos, como el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.
Aunque fueron los líderes religiosos quienes querían la muerte de Jesús y presionaron a Pilato para que dictara una sentencia injusta, aunque Pilato proclamó la sentencia que sabía que era injusta, aunque Judas traicionó a Jesús ante los líderes por lo que probablemente pensó que sería un fin justificable, fue Dios quien había planeado todo esto. En las lecciones 59 y 60, veremos algunas de las fiestas religiosas sobre las que hemos leído para poder ver más claramente cómo Dios había planeado este momento durante miles de años.
Algunas personas insistirían en que no había razón para que Jesús muriera, que ¡Dios ha demostrado ser débil al permitir que Jesús muriera! Pero esto no es así. El justo juicio de Dios había declarado un castigo eterno y justo para el pecado: la muerte. Si Jesús, que cargaba con el pecado del mundo, hubiera sido salvado de la muerte, entonces el juicio de Dios habría quedado demostrado como un error y Dios se habría convertido en un mentiroso. No había otro juicio posible para el pecado, porque la santidad y pureza perfectas de Dios exigían la muerte con tanta certeza como el brillo del sol exige la muerte de la oscuridad en su presencia.
*¿Has aceptado la muerte de Jesús como pago por tu pecado?