Lección 33: Juan 11:25-44 - Yo soy la resurrección y la vida (parte 2)
25 Jesús le contestó: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque muera, vivirá, 26 y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?». 27 Ella le dijo*: «Sí, Señor; yo he creído que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, o sea, el que viene al mundo».
28 Habiendo dicho esto, Marta se fue y llamó a su hermana María, diciéndole en secreto: «El Maestro está aquí, y te llama». 29 Tan pronto como ella lo oyó, se levantó* rápidamente y fue hacia Él.
30 Porque Jesús aún no había entrado en la aldea, sino que todavía estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado. 31 Entonces los judíos que estaban con ella en la casa consolándola, cuando vieron que María se levantó de prisa y salió, la siguieron, suponiendo que iba al sepulcro a llorar allí.
32 Al llegar María adonde estaba Jesús, cuando lo vio, se arrojó a Sus pies, diciendo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto». 33 Y cuando Jesús la vio llorando, y a los judíos que vinieron con ella llorando también, se conmovió profundamente en el espíritu, y se entristeció. 34 «¿Dónde lo pusieron?», preguntó Jesús. «Señor, ven y ve», le dijeron*.
35 Jesús lloró. 36 Por eso los judíos decían: «Miren, cómo lo amaba». 37 Pero algunos de ellos dijeron: «¿No podía Este, que abrió los ojos del ciego, haber evitado también que Lázaro muriera?».
38 Entonces Jesús, de nuevo profundamente conmovido, fue* al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta sobre ella. 39 «Quiten la piedra», dijo* Jesús. Marta, hermana del que había muerto, le dijo*: «Señor, ya huele mal, porque hace cuatro días que murió». 40 Jesús le dijo*: «¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?».
41 Entonces quitaron la piedra. Jesús alzó los ojos, y dijo: «Padre, te doy gracias porque me has oído. 42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que me rodea, para que crean que Tú me has enviado». 43 Habiendo dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!».
44 Y el que había muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo*: «Desátenlo, y déjenlo ir».
Jesús quiere que aprendamos a confiar en Él. La confianza nunca se construye sobre la base de cosas buenas o de una vida fácil. Se construye únicamente sobre la base de problemas que no podemos resolver por nosotros mismos. La fe más fuerte proviene de las pruebas más duras, porque hemos visto y SABEMOS que no podemos superar, controlar o ganar en tal batalla; y, sin embargo, cuando nos hemos vuelto hacia Dios, lo vemos conquistar, superar y ganar de maneras que nunca hubiéramos imaginado posibles.
Entonces nuestra fe se fortalece aún más cuando le llevamos nuestras más pequeñas preocupaciones y vemos cómo Él convierte esas pequeñas pruebas en grandes bendiciones de formas que nunca hubiéramos imaginado, porque nosotros habríamos renunciado con lo mínimo necesario para resolver una prueba tan pequeña.
La gran necesidad de Marta se convirtió en el lienzo en el que Jesús pudo pintar una magnífica promesa mucho mayor que su necesidad.
*¿Le has entregado tu mayor necesidad a Jesús con fe, creyendo que Él te responderá?