Lección 32: Juan 11:1-24 - Yo soy la resurrección y la vida (parte 1)
1 Estaba enfermo cierto hombre llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta. 2 María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos. 3 Las hermanas entonces mandaron a decir a Jesús: «Señor, el que Tú amas está enfermo». 4 Cuando Jesús lo oyó, dijo: «Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por medio de ella». 5 Y Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.
6 Cuando oyó, pues, que Lázaro estaba enfermo, entonces se quedó dos días más en el lugar donde estaba. 7 Luego, después de esto, dijo* a Sus discípulos: «Vamos de nuevo a Judea». 8 Los discípulos le dijeron*: «Rabí, hace poco que los judíos te querían apedrear, ¿y vas allá otra vez?». 9 Jesús respondió: «¿No hay doce horas en el día? Si alguien anda de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo. 10 Pero si alguien anda de noche, tropieza, porque la luz no está en él».
11 Dijo esto, y después añadió: «Nuestro amigo Lázaro se ha dormido; pero voy a despertarlo». 12 Los discípulos entonces le dijeron: «Señor, si se ha dormido, se recuperará». 13 Jesús había hablado de la muerte de Lázaro, pero ellos creyeron que hablaba literalmente del sueño. 14 Entonces Jesús, por eso, les dijo claramente: «Lázaro ha muerto; 15 y por causa de ustedes me alegro de no haber estado allí, para que crean; pero vamos a donde está él». 16 Tomás, llamado el Dídimo, dijo entonces a sus condiscípulos: «Vamos nosotros también para morir con Él».
17 Llegó, pues, Jesús y halló que ya hacía cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetros; 19 y muchos de los judíos habían venido a la casa de Marta y María, para consolarlas por la muerte de su hermano. 20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, lo fue a recibir, pero María se quedó sentada en casa.
21 Y Marta dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 Aun ahora, yo sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá». 23 «Tu hermano resucitará», le dijo* Jesús.
24 Marta le contestó*: «Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final».
Este capítulo es la última declaración pública de Jesús «YO SOY», y esta lección establece el contexto para su declaración.
Muchas veces nos preguntamos por qué Dios permite que enfermemos o incluso que muera alguien a quien amamos, cuando sabemos que Él es capaz de sanar e incluso de resucitar a alguien de entre los muertos. ¿Por qué permite que ese sufrimiento entre en nuestra vida? Nos preguntamos si no le importa, y a veces incluso pensamos que hemos hecho algo malo y que nos está castigando. Nuestra primera responsabilidad es acudir siempre primero a Jesús para preguntarle si hay algo en nosotros que Él quiera quitar. Si lo hay, Él nos dirá qué es, específicamente. Él nunca nos dejará con un sentimiento general de vergüenza, culpa o miedo, que proviene de Satanás, quien solo quiere desanimarnos. Si no hay ningún pecado que confesar, simplemente debemos acudir a Él y preguntarle qué quiere enseñarnos a través de este evento.
*¿Por qué has orado para que Dios cambie en tu vida y Él no lo ha cambiado?