Lección 28: Juan 9:1-23 - El ciego sanado y su testimonio (parte 1)
1 Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y Sus discípulos le preguntaron: «Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que naciera ciego?». 3 Jesús respondió: «Ni este pecó, ni sus padres; sino que está ciego para que las obras de Dios se manifiesten en él. 4 Nosotros debemos hacer las obras del que me envió mientras es de día; la noche viene cuando nadie puede trabajar. 5 Mientras estoy en el mundo, Yo soy la Luz del mundo».
6 Habiendo dicho esto, escupió en tierra, e hizo barro con la saliva y le untó el barro en los ojos al ciego, 7 y le dijo: «Ve y lávate en el estanque de Siloé» (que quiere decir Enviado). El ciego fue, pues, y se lavó y regresó viendo.
8 Entonces los vecinos y los que antes lo habían visto que era mendigo, decían: «¿No es este el que se sentaba y mendigaba?». 9 «Él es», decían unos. «No, pero se parece a él», decían otros. Él decía: «Yo soy». 10 Entonces le decían: «¿Cómo te fueron abiertos los ojos?». 11 Él respondió: «El hombre que se llama Jesús hizo barro, lo untó sobre mis ojos y me dijo: “Ve al estanque de Siloé y lávate”. Así que fui, me lavé y recibí la vista». 12 «¿Dónde está Él?», le preguntaron. Y él les dijo*: «No lo sé».
13 Llevaron* ante los fariseos al que antes había sido ciego. 14 Y era día de reposo el día en que Jesús hizo el barro y le abrió los ojos. 15 Por eso los fariseos volvieron también a preguntarle cómo había recibido la vista. Y él les dijo: «Me puso barro sobre los ojos, y me lavé y veo».
16 Por eso algunos de los fariseos decían: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el día de reposo». Pero otros decían: «¿Cómo puede un hombre pecador hacer tales señales?». Y había división entre ellos. 17 Entonces preguntaron* otra vez al ciego: «¿Qué dices tú de Él, ya que te abrió los ojos?». «Es un profeta», les respondió.
18 Pero los judíos no le creyeron que había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, 19 y les preguntaron: «¿Es este su hijo, el que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?». 20 Entonces sus padres les contestaron: «Sabemos que este es nuestro hijo, y que nació ciego; 21 pero cómo es que ahora ve, no lo sabemos; o quién le abrió los ojos, nosotros no lo sabemos. Pregúntenle a él; ya es mayor de edad, él hablará por sí mismo». 22 Sus padres dijeron esto porque tenían miedo a los judíos; porque los judíos ya se habían puesto de acuerdo en que si alguien confesaba que Jesús era el Cristo, fuera expulsado de la sinagoga. 23 Por eso sus padres dijeron: «Ya es mayor de edad; pregúntenle a él».
Una vez más seguimos el patrón que Jesús ha establecido para sí mismo: utiliza una situación para hacer una declaración sobre sí mismo y luego encuentra la oportunidad de demostrar con acciones que lo que ha dicho es cierto. En el capítulo 8, la situación era la mujer sorprendida en adulterio, y la declaración de Jesús fue que Él es la Luz del mundo. Ahora, en este capítulo, demuestra la verdad de su declaración.
Jesús se encontró con este hombre que había nacido ciego y le devolvió la vista.
*Piensa en cómo se debió sentir este hombre al ver por primera vez en su vida. ¿Cómo te sentiste cuando aceptaste a Jesucristo como tu Salvador?