Lección 26: Juan 8:31-38 - La luz del mundo (parte 2)


31 Entonces Jesús decía a los judíos que habían creído en Él: «Si ustedes permanecen en Mi palabra, verdaderamente son Mis discípulos; 32 y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres». 33 Ellos le contestaron: «Somos descendientes de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices Tú: “Serán libres”?». 34 Jesús les respondió: «En verdad les digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; 35 y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre. 36  Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán realmente libres. 37 Sé que ustedes son descendientes de Abraham; y sin embargo, me quieren matar porque Mi palabra no tiene aceptación en ustedes. 38 Yo hablo lo que he visto con Mi Padre; ustedes, entonces, hacen también lo que oyeron de su padre».


El efecto de la luz en medio de la oscuridad puede ser muchas cosas: sorprendente, reconfortante o incluso indeseable.


Piensa en alguna ocasión en la que estabas caminando en algún lugar a oscuras. Quizás era de noche y no tenías nada a lo que agarrarte para saber dónde estabas. Quizás era en tu casa y tocaste una pared, pero no sabías cuál era, por lo que no sabías dónde estabas. En cualquier caso, no tenías ni idea de lo que había delante de ti si dabas un paso, así que extendiste el pie con cuidado para ver si podías sentir algo que te hiciera caer. ¿Tenías miedo?


Jesús dijo aquí que la verdad puede liberar a alguien, pero la verdad solo puede liberarnos cuando podemos verla o reconocerla; por eso es tan importante su afirmación de que Él es la Luz del mundo. No podemos ver ni reconocer la verdad que nos liberará hasta que seamos CAPACES de ver, y Él nos permite ver y comprender.


La luz de Jesús es tan poderosa que puede mostrar la verdad incluso de las cosas ocultas. Su afirmación sobre la esclavitud del pecado es una de esas cosas ocultas. Cuando acudimos a Jesús, a menudo creemos que todas sus promesas serán nuestras de inmediato. Pensamos que nos liberaremos de los pecados que han acechado nuestra vida durante tanto tiempo, y luego nos desilusionamos cuando nos encontramos haciendo las mismas cosas que hacíamos antes de acudir a Jesús. Debemos comprender la verdad de esta esclavitud al pecado antes de poder ser liberados. Cuando Jesús nos da su salvación, nos libera de la pena del pecado (véase Romanos 8:1). Somos liberados del dominio del pecado (Colosenses 1:13), lo que significa que ahora tenemos la capacidad de elegir si pecamos o no. Antes de ser salvos, no teníamos la capacidad de elegir si pecaríamos o no. Sin embargo, no somos liberados de la presencia del pecado, porque Dios nos da la opción de elegir si caminaremos con Él por fe o si confiaremos en nosotros mismos para vencer un problema que es más grande que nosotros. Podemos elegir intentarlo por nuestra cuenta, pero cuando lo hacemos, nos convertimos en esclavos del pecado por nuestra propia elección: estamos eligiendo seguir nuestro camino en lugar del Suyo.


*¿Qué significan las palabras de Romanos 8:1-2 en tu vida?