Lección 24: Juan 7:53-8:11 - La mujer adúltera


53 Y cada uno se fue a su casa.


1 Pero Jesús se fue al monte de los Olivos. 2 Al amanecer, vino otra vez al templo, y todo el pueblo venía a Él; y sentándose, les enseñaba. 3 Los escribas y los fariseos trajeron* a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio, 4 dijeron* a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. 5 Y en la ley, Moisés nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. ¿Tú, pues, qué dices?».

6 Decían esto, poniendo a prueba a Jesús, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y con el dedo escribía en la tierra. 7 Pero como insistían en preguntar, Jesús se enderezó y les dijo: «El que de ustedes esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra». 8 E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. 9 Al oír ellos esto, se fueron retirando uno a uno comenzando por los de mayor edad, y dejaron solo a Jesús y a la mujer que estaba en medio. 10 Enderezándose Jesús, le dijo: «Mujer, ¿dónde están ellos? ¿Ninguno te ha condenado?».  11 «Ninguno, Señor», respondió ella. Entonces Jesús le dijo: «Yo tampoco te condeno. Vete; y desde ahora no peques más».


El capítulo 8:12 es la segunda de las grandes declaraciones «YO SOY» de Jesús. En el capítulo 6, el motivo de su declaración fue una de las grandes fiestas de los judíos. Aquí, el motivo de su declaración es una historia que no aparece en las transcripciones más antiguas de este libro; sin embargo, probablemente se añadió a partir de otro texto para ser exactamente lo que se ha convertido: la razón de la declaración de Jesús de que Él es la Luz del Mundo.


Así pues, la ocasión de esta historia de la mujer sorprendida en adulterio debe considerarse como el telón de fondo de la declaración de Jesús. Cuando buscamos en el Antiguo Testamento el castigo para alguien sorprendido en adulterio, encontramos dos cosas muy interesantes: 1) el hombre involucrado en esta relación siempre debía ser ejecutado, 2) la mujer en el incidente sería juzgada en función de su capacidad para defenderse: si sucedía en una ciudad, habría gritado si se trataba de un encuentro no deseado. Por lo tanto, si no gritaba, se la consideraba culpable y el castigo era la muerte. Si la situación tenía lugar en el campo, los jueces debían suponer que la mujer había gritado y que no había nadie para oírla, por lo que no era culpable (Deuteronomio 22:25-27). Por lo tanto, en este incidente, el hecho de que solo la mujer fuera llevada ante Jesús para ser juzgada es una clara indicación de que las personas que la llevaron no estaban interesadas en la justicia, sino solo en tenderle una trampa a Jesús.


En la próxima lección veremos cómo Jesús quería sacar a la luz las acusaciones falsas.


*Pregunta para reflexionar: Piensa en un momento de tu vida en el que solo se presentó una parte de la historia y fuiste juzgado injustamente porque solo se presentó la parte que apoyaba la declaración falsa. Antes de juzgar a otra persona, ¿estás dispuesto a escuchar todos los hechos antes de emitir un juicio?