Lección 13: Juan 5:1-18 – El Paralítico Sanado


1 Después de esto, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 2 Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, un estanque que en hebreo se llama Betesda que tiene cinco pórticos. 3 En estos estaba en el suelo una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos que esperaban el movimiento del agua; 4 porque un ángel del Señor descendía de vez en cuando al estanque y agitaba el agua; y el primero que descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba curado de cualquier enfermedad que tuviera. 5 Estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6 Cuando Jesús lo vio acostado allí y supo que ya llevaba mucho tiempo en aquella condición, le dijo*: «¿Quieres ser sano?». 7 El enfermo le respondió: «Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras yo llego, otro baja antes que yo». 8 Jesús le dijo*: «Levántate, toma tu camilla y anda». 9 Al instante el hombre quedó sano, y tomó su camilla y comenzó a andar. 10 Por eso los judíos decían al que había sido sanado: «Es día de reposo, y no te es permitido cargar tu camilla». 11 Pero él les respondió: «El mismo que me sanó, me dijo: “Toma tu camilla y anda”». 12 Le preguntaron: «¿Quién es el hombre que te dijo: “Toma tu camilla y anda”?». 13 Pero el que había sido sanado no sabía quién era, porque Jesús, sin que se dieran cuenta, se había apartado de la multitud que estaba en aquel lugar. 14 Después de esto Jesús lo halló* en el templo y le dijo: «Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te suceda algo peor». 15 El hombre se fue, y dijo a los judíos que Jesús era el que lo había sanado. 16 A causa de esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en el día de reposo. 17 Pero Jesús les respondió: «Hasta ahora Mi Padre trabaja, y Yo también trabajo». 18 Entonces, por esta causa, los judíos aún más procuraban matar a Jesús, porque no solo violaba el día de reposo, sino que también llamaba a Dios Su propio Padre, haciéndose igual a Dios.


En el capítulo 4, Jesús declaró ser el Mesías y explicó el verdadero modo de adoración a la mujer samaritana. Ahora, en el capítulo 5, hace esas mismas afirmaciones delante de los judíos durante una de las grandes fiestas en Jerusalén. La primera de estas afirmaciones se da cuando Jesús rompe las reglas religiosas sobre lo que se podía o no se podía hacer en sábado. Sanó a un hombre que había estado enfermo por mucho tiempo.


Los líderes judíos encontraron al hombre cargando su camilla y le dijeron que su ley no permitía hacer eso en sábado. Cuando localizaron a Jesús, le exigieron una explicación por haber desobedecido sus reglas. Jesús les respondió que Él trabajaba así como su Padre había estado trabajando siempre. Los judíos comenzaron a perseguir a Jesús porque hacía estas cosas en sábado. Pero cuando Jesús llamó a Dios su Padre, haciéndose igual a Dios, quisieron matarlo por blasfemia.


Es importante entender que aquí Jesús está declarando su divinidad. (En la próxima lección veremos más sobre estas afirmaciones.)


Pídele a Dios que te revele si hay reglas religiosas que estás siguiendo y que no están basadas en Su Palabra.