Lección 23: La sabiduría de Dios, nuestra sabiduría


Lo tercero que saber que Dios es sabio nos va a revelar es que no existe tal cosa como un mal consejo, por lo menos no de parte de Dios. Pero no tomes mi consejo, por eso, escucha a Dios.


Santiago 1:5-8 "Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero que pida con fe, sin dudar. Porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor,  siendo hombre de doble ánimo, inestable en todos sus caminos."


De estos versículos queda claro: cuando necesitamos sabiduría para los problemas que enfrentamos en la vida, debemos pedirla a Dios. Él no nos da solo un poco de sabiduría o lo justo para salir del paso por un rato. Nos da una cantidad generosa de ella. Es casi como si Dios estuviera suplicándonos que vayamos a Él para recibir Su sabiduría, porque Él conoce todas las cosas y, por lo tanto, nunca nos dará un mal consejo.


Sin embargo, si somos honestos con nosotros mismos, ¡no buscamos Su sabiduría! Tenemos la audacia de preguntarnos por qué nuestras vidas son totalmente inestables, llenas de dudas y siendo arrastradas por los vientos de la vida. Si queremos evitar esta confusión en la vida y experimentar más estabilidad, debemos conocer los malos lugares donde buscar consejo para poder evitarlos.


El primer lugar de donde obtenemos mal consejo es de nuestros sentimientos. Jeremías 17:9 - "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?"


Este versículo dice que el corazón humano no es una buena fuente de sabiduría. No solo es malo, sino que es engañoso. Entonces, ¿por qué habríamos de escuchar a esa llamada sabiduría proveniente del corazón, de nuestros sentimientos? Nos dicen que hagamos lo que nos haga sentir bien. Pero no importa qué tan bien se sienta algo, eso no lo hace correcto ni sabio. Cuando escuchamos nuestros sentimientos en lugar de a nuestro Padre Celestial, estamos destinados a meternos en problemas.


En la secundaria, un amigo y yo trabajábamos en una planta de cerámica, empacando ollas para su envío. Un día tuvimos una idea para aliviar el aburrimiento. Escribimos un mensaje secreto diciendo que habían recibido la pieza número un millón de nuestra planta y ganarían diez mil dólares si devolvían la olla, y pronto lo olvidamos. Un día nos llamaron a la oficina, donde mi papá estaba de pie en silencio, con esa mirada que los padres tienen cuando sabes que estás en problemas. No teníamos idea de lo que habíamos hecho mal hasta que nuestros ojos vieron la "sabia idea" sobre su escritorio. Un "afortunado" cliente se tomó en serio nuestro método para aliviar el aburrimiento y devolvió la olla solicitando un crédito de $10,000 a su cuenta. Salimos de la oficina pensando que nuestra idea no era tan sabia después de todo.


¿Cuánto más necesitamos para admitir que nuestra sabiduría, sin importar qué tan bien se sienta en ese momento, no es la mejor? Si somos honestos, nuestros sentimientos son una de las mayores fuentes de mal consejo, ¡porque son engañosos e inestables! Son influenciados por cualquier cosa, desde el mal clima hasta una mala comida. Están arriba un minuto y abajo al siguiente. Debido a que son inestables, ¡cualquier llamada sabiduría que provenga de ellos también será inestable! Si somos honestos con nosotros mismos, los resultados de seguir nuestros sentimientos no son nada divertidos. A veces, son francamente dolorosos. Por lo tanto, es más sabio buscar consejo de Aquel que sabe todas las cosas, nunca se equivoca y nunca cambia: Dios.


¿Para qué decisión necesitas sabiduría el día de hoy?