Lección 1: Un Dios de verdad cambia tu vida


Fue la mudanza de sus padres y la incorporación de su madre al mundo laboral lo que dejó a este niño de sexto grado y a sus tres hermanos con una nueva libertad que rápidamente demostraron que no sabían cómo manejar. A medida que aumentaban las peleas y las presiones, también lo hacía el dolor en su corazón. Nunca fue de los que "oraban", pues su familia nunca se dedicó a eso de ir a la iglesia, pero no tenía a dónde recurrir. Solo tenía que saber que todo iba a salir bien en su loco y confuso mundo. «Dios, ¿estás ahí arriba?» —preguntó. «¿Existes de verdad? Si realmente estás ahí, envíame un rayo». Silencio. "Bueno, Dios, voy a dar una vuelta por esta casa y si realmente existes, envíame un rayo para que lo sepa". Las siguientes horas fueron una monótona serie de vueltas alrededor de la casa. Ahora, frustrado, se detuvo e hizo su desafiante declaración. «¡Bien, Dios! A partir de ahora soy ateo». En realidad no sabía lo que significaba esa palabra, pero creía que la utilizaban aquellos a quienes no les gustaba Dios.


A pesar de su rebeldía infantil, quince años más tarde, por amor y misericordia, Dios envió a este muchacho un rayo en forma de encuentro con su Hijo Jesucristo, que atravesó su corazón roto. Pero en lugar de destruirlo, este impactante encuentro sanó y restauró su alma destrozada.


Sí, ese niño era yo. La razón por la que comparto mi historia es porque creo que es un escenario más común de lo que pensamos. La persona común hoy en día, como lo era yo, está inundada de preguntas como: "¿De dónde vengo?". «¿Qué pasa cuando muero?» «¿Hay vida después de la muerte?», y “¿Tiene sentido y propósito la vida?”. Estas preguntas han llevado a nuestro mundo a una frenética búsqueda de propósito, dirección y verdad en relación con su existencia. Millones de personas están a la búsqueda de algún libro secreto "extraterrestre" o de algún antiguo escrito "religioso" que revele de algún modo las respuestas a la vida.


Lo irónico de todo esto es que este supuesto libro misterioso que todo el mundo está buscando se puede encontrar en estanterías, acumulando polvo, ¡en muchos hogares! Lo tienen delante de sus narices. Se llama la Biblia. Pero muy pocos la leen. No es por falta de Biblia.


Esta ignorancia autoimpuesta de Dios que viene de no estudiar la Biblia resulta en las vidas no solo de los no-cristianos, sino ahora incluso de muchos cristianos que están llenos de muchas preguntas y dolor. Tenemos iglesias llenas de cristianos que viven como ateos prácticos. Decimos que creemos en Dios, pero actuamos como si Él no existiera. Esto no solo es dañino para tu propio caminar con Dios, sino que también evita que otros crean en Dios. Por lo tanto, para evitar esta ironía de cristianos viviendo como ateos prácticos, al no saber quién es Dios, comenzamos este estudio titulado, «El carácter de Dios».


* Memoriza: Filipenses 3:10 — «A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y participar de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte».