Lea Ester 8: https://www.bible.com/es/bible/127/EST.8.NTV


La petición de la reina Ester al rey no era lo que la mayoría de la gente habría elegido hacer. Ya que ella tenía el permiso del rey para pedir, y la promesa de que él le concedería su deseo hasta la mitad de su reino, la mayoría simplemente le habría pedido que perdonara la vida del pueblo.


La reina Ester invitó al rey a cenar con ella y le pidió que invitara a Amán. El rey accedió a venir, y Ester regresó a sus aposentos para que le prepararan la comida. El rey llamó a Amán para transmitirle la invitación.


Amán abandonó la presencia del rey con gran orgullo y alegría. Estaba seguro de que era la persona más honrada de todo el país: ¡haber sido invitado a comer con el rey y la reina! Pero cuando salió de las puertas del palacio para ir a casa a contarle a su esposa las buenas noticias, se encontró con Mardoqueo, y este se negó de nuevo a inclinarse ante él en señal de respeto. La ira de Amán estalló. Se apresuró a volver a casa. Luego contó a sus amigos y a su mujer lo de la invitación a cenar, pero dijo que todo aquello no significaba nada para él por los insultos del judío Mardoqueo. Su mujer y sus amigos le animaron a construir una horca en su patio de la que pudiera colgar a Mardoqueo el día en que el rey decretara la muerte de los judíos. Amán ordenó inmediatamente que se construyera una horca de 75 pies de altura (casi 23 metros).


El rey y Amán se reunieron con la reina Ester para cenar. Cuando el rey volvió a preguntarle cuál era su petición, ella les pidió que volvieran a cenar con ella al día siguiente.


Esa noche, sin embargo, cuando el rey no podía dormir, leyó sus diarios y descubrió la participación de Mardoqueo en protegerlo del complot para matar al rey. A la mañana siguiente, el rey llamó a Amán y le preguntó cómo debía honrarse a alguien que había ayudado mucho al rey. Amán, pensando que el rey quería honrarlo, le dijo al rey la manera más espléndida que podía imaginar. El rey aceptó su idea y le dijo a Amán que él se encargaría de que así se hiciera con Mardoqueo, y que sería Amán quien honraría a Mardoqueo.


Amán hizo de mala gana lo que se le dijo, pero estaba decidido a librarse de Mardoqueo para siempre.


Cuando el rey volvió a preguntar a Ester qué quería, ella pidió su propia vida y la de su pueblo. Sorprendido, el rey le preguntó quién amenazaba su vida, y Ester dijo que Amán, a través del decreto que le había convencido de firmar para matar a los judíos. Enfadado, el rey se alejó para intentar decidir cómo podía revocar el decreto. Pero su respuesta no llegó hasta que volvió a entrar en la habitación donde él y Amán habían estado comiendo, y encontró a Amán cerca de la reina Ester. Temió que Amán intentara hacerle daño.


Continuaremos esta historia en nuestra próxima lección.


*Piensa en alguna ocasión en que tuviste miedo y le pediste ayuda a Dios - ¿qué sucedió?