Lea Hebreos 11 - https://www.bible.com/es/bible/127/HEB.11.NTV
En esta lección estudiamos la fe de dos personas más: Isaac y Jacob. Encontramos las historias de Isaac principalmente en los capítulos 26 al 28 de Génesis.
A partir de unos pocos versículos que encontramos en Génesis 26, descubrimos que la relación de Isaac con Dios, durante quizás gran parte de su vida, fue de temor a Dios - no de la manera que se nos dice en otras partes de la Biblia cuando Él nos pide que lo respetemos. Este parece haber sido el tipo de temor que hizo que Isaac tuviera miedo. No se nos da una sola instancia en la que Isaac construyera un altar al Señor y lo adorara por su propia elección.
Antes que nacieran los hijos gemelos de Isaac, Esaú y Jacob, Dios dijo claramente que el hijo mayor, Esaú, serviría al hijo menor, Jacob. Sin embargo, Isaac amaba a Esaú más que a Jacob, y planeaba darle esa bendición a su hijo favorito. Sus planes fueron cambiados, y leemos en Génesis 27 cómo eso se hizo a través de un engaño por parte de Jacob.
Isaac debe haber recordado entonces las palabras de Dios - y porque había experimentado hasta donde Dios podía llegar para ver que Su voluntad se llevara a cabo, permitió que la bendición se mantuviera como había sido dada. Tomó medidas adicionales para proteger a Jacob de su hermano gemelo, enviándolo a una tierra lejana para que se buscara una esposa. La fe de Isaac en Dios era una fe que confiaba en que Dios llevaría a cabo Su plan, aunque sabía que nunca vería cumplida esa promesa.
Jacob huyó como le había instado su padre, llevando consigo las historias que había oído de su padre y de su abuelo. Prometió a Dios que si le traía sano y salvo de vuelta a este lugar, le serviría el resto de su vida.
Cuando regresó, unos veinte años más tarde, Jacob se dio cuenta de que Dios había cumplido todas sus promesas, y que ahora él también debía cumplir las suyas. Regresó a la tierra que Dios había prometido a Abraham e Isaac antes que él, y encontró a Dios allí esperándole. A pesar de todo lo sucedido, Jacob reconoció la mano de Dios en su vida.
Cuando su hijo perdido le fue devuelto, Jacob debió ver la mano de Dios actuando a lo largo de toda su vida. En nuestro capítulo para esta lección, la fe de Jacob en Dios fue restaurada, de modo que pudo bendecir a sus propios hijos con las bendiciones y promesas que Dios tenía para cada uno de ellos. Sus bendiciones contenían promesas de un futuro que ellos no podían entender, y que probablemente el propio Jacob tampoco entendía del todo.
¿Tienes fe en que Dios hace lo que Él sabe que es mejor, incluso cuando no puedes ver o entender cómo Su plan podría funcionar para bien?