Lea Hebreos 8 - https://www.bible.com/es/bible/127/HEB.8.NTV


Hemos estudiado cómo Jesús es un Sumo Sacerdote mejor que Aarón, e incluso que el rey-sacerdote, Melquisedec. Y ahora llegamos al propósito de por qué esto es tan importante para nosotros.


El capítulo 8 comienza con las palabras, "tenemos tal Sumo Sacerdote". De todos los sacerdotes o Sumos Sacerdotes que vinieron antes, el perfecto, el eterno ha venido ahora - Él ha venido a ser *nuestro* Sumo Sacerdote. A diferencia de cualquier otro sacerdote que haya vivido, ¡sólo Jesús se sienta a la diestra de Dios en los cielos! Una vez más se nos recuerda, en el versículo 4, que si Él fuera sólo un ser humano, no estaría calificado para ser nuestro Sumo Sacerdote. Pero Él es más que sólo humano.


Pero el versículo 6 nos dice algo maravilloso acerca del Sacerdocio de Jesús - Él es Sumo Sacerdote sobre un mejor ministerio y pacto (promesa) que cualquier otro sacerdote haya sido. Este es el tema de esta lección.


¿Por qué cambiaría Dios un pacto que Él mismo había hecho con la humanidad? ¿No hizo Él el mejor pacto antes? ¿Fue el primero defectuoso?


En los versículos 8 al 12 vemos promesas citadas del Antiguo Testamento, donde Dios había profetizado a través de diferentes profetas que un nuevo pacto vendría un día. Incluso les dijo algunas cosas sobre el nuevo pacto.


El primer pacto era un pacto de ley. Dios le dijo al pueblo: "Si pueden seguir mis leyes, entonces los bendeciré". En Romanos 7:7 oímos al apóstol Pablo hacerse la pregunta: "Si la ley tuvo que ser sustituida, ¿hizo eso que la ley fuera mala?". Y también responde con un enfático "¡no!".


El primer pacto de la ley de Dios fue necesario para que pudiéramos conocer Sus normas. Si Él sólo hubiera dicho: "Quiero que sean como Yo", nunca habríamos sabido lo que Él esperaba de nosotros porque no podemos verlo. Él tuvo que mostrarnos Sus expectativas. De lo contrario, cada uno habría establecido sus propias ideas de lo que Él entendía por amar al prójimo o amarle a Él. Si Él establece los objetivos a los que debemos apuntar, entonces podemos ver cuán cortos estamos en nuestros propios esfuerzos.


Pablo también dijo esto en Romanos 7 - pensamos que lo estábamos haciendo bastante bien en dar en el blanco que estaba lo suficientemente cerca para que lo viéramos. Pero Dios puso sus blancos tan lejos que apenas podíamos verlos, y no había manera de que nos acercáramos.


El nuevo pacto de Dios en Jesucristo no cambio donde Dios había puesto sus blancos - solo hizo un camino para que nosotros pudiéramos alcanzar esos blancos. Y la única manera es que Jesús esté con nosotros, que nos ayude a ver, que nos dé Su fuerza, Su sabiduría, Su resistencia para disparar al blanco.


Incluso como cristiano, nuestra fuerza nunca es suficiente para hacerlo por nosotros mismos. Sólo Él puede hacerlo a través de nosotros.