Lea Hebreos 5 - https://www.bible.com/es/bible/127/HEB.5.NTV


En nuestra última lección vimos cómo Jesús es el Sumo Sacerdote perfecto - pero Dios no usó a Aarón, el primer Sumo Sacerdote para el Tabernáculo de Israel, como el ejemplo del sacerdocio de Cristo. Utilizó a un hombre llamado Melquisedec cuya historia se encuentra en Génesis 14:17-20. Encontramos aquí a un hombre que era a la vez rey de su ciudad y sacerdote del Dios Altísimo. Cuando Abraham regresó de derrotar a otro rey que había robado las posesiones de una ciudad y secuestrado al sobrino de Abraham y a su familia, este sacerdote salió de su ciudad para saludar y bendecir a Abraham.


Pero Dios hizo de este encuentro algo más cuando lo utilizó en una profecía en el Salmo 110:4. Dijo que el Mesías que vendría sería el Mesías de Dios. Dijo que el Mesías que vendría sería un "sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec". La diferencia entre Aarón y Melquisedec era que Aarón no era rey. Dios dijo que Su Mesías sería tanto rey como Sumo Sacerdote.


Pero los versículos que estudiamos hoy en la última parte del capítulo 5 nos recuerdan que debemos prestar mucha atención a esta información. Puede ser difícil de entender, pero las lecciones que Dios quiere enseñar aquí son importantes para nosotros.


Nosotros, como cristianos, debemos tratar de entender no sólo lo básico de la salvación que Dios ha provisto, sino también las cosas más profundas de Dios. En nuestros versículos, se nos exhorta a no ser tardos de oído. El ejemplo del pueblo del Antiguo Testamento era que no habían entendido las cosas más profundas que Dios les había dado en cosas como la Ley, el Tabernáculo mismo y las profecías sobre el Mesías que vendría.


En nuestras vidas cristianas podemos crecer en nuestro conocimiento de Dios y llegar a ser maduros, o podemos ser como adultos que vuelven a ser bebés y necesitan comida de bebé para sobrevivir. En Gálatas 3:23-24 se nos dice que la ley era como un tutor de niños que nos enseñaba las letras para que pudiéramos empezar a leer. Pero en el Nuevo Testamento se nos dice que después de que Cristo vino a mostrarnos las cosas de Dios, ya no necesitamos un tutor. Ahora deberíamos ser lo suficientemente adultos como para ver en Cristo las cosas que Dios quería enseñarnos en el Antiguo Testamento. Las letras del alfabeto han sido sustituidas por las palabras de la revelación de Dios. Ya no debemos confiar en los libros ilustrados, porque ahora podemos leer las palabras de la verdad, la verdad que ha sido revelada por la venida de Jesús, el Hijo e imagen perfecta de Dios mismo.


 ¿Qué significa ser un cristiano maduro? El último versículo dice que somos maduros cuando tenemos nuestro poder de discernimiento entrenado por la práctica constante para distinguir entre el bien y el mal. Se necesita práctica para distinguir, y se necesita comprensión de Dios y Sus planes para nuestras vidas para entrenar nuestras mentes. Y para entender los planes de Dios, necesitamos leer Su palabra y meditar en ella todos los días.